Más que un entrenador cuya dedicación es exclusiva al desarrollo de los porteros, quien ejerce esta función debe saber transmitir conocimientos de manera continua, generando una relación que trasciende por encima de los escenarios deportivos.
Muchas veces y teniendo como principal problema la escasez de recursos y herramientas, en numerosas ocasiones, nos vemos en la necesidad de ejecutar trabajos de fuerza con el arquero, que a mi parecer es algo que va más de la mano del rol de un preparador físico. Ser entrenador de porteros te obliga a reinventarte, por lo que debes hacer de todo un poco, planificando lo que queremos llevar a cabo con total cuidado, estando atentos a algo importante: a veces, menos es más.
¡Nosotros somos preparadores de porteros, no físicos! Poseemos ciertos conocimientos avanzados en esta materia, pero debemos entender que las influencias teóricas pasan a un segundo plano en él área práctica. No tenemos que mirar esto con recelo, porque a cada quien se le asigna una labor según sea su especialidad.
Como ejemplo tomo unas palabras que me dijo un profesional de la preparación física, con quien compartí en la selección Sub.20 de Panamá: “profesor, me gusta su activación”, expresó, refiriéndose a algo sencillo, porque un portero cargaba al otro y se desplazaba unos metros para realizar el trabajo. Luego, aseveró que le llamó la atención el ejercicio, porque en este, actuaban músculos agonistas por desplazamiento lateral y sinergistas, porque involucraban al glúteo.
Lo tengo claro: el mejor amigo de un portero es su preparador. Nos vemos en una próxima entrega.
Pueden leerme en mi Instagram @Guti.keeper
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